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El día a día de la vida del Rey Sol

Luis XIV

Actualizado el domingo, 22 diciembre, 2019

La vida diaria de Luis XIV en Versalles

Sin lugar a dudas, hablar de la ceremonia en torno al rey en Versalles es hablar de Louis de Rouvroy, duque de Saint-Simon (1675-1755), escritor, historiador y gran detractor de Luis XIV, cuyas Memorias, formada por 7.500 páginas, recogen de manera extraordinaria el día a día de la vida del Rey Sol.

También Voltaire recoge anécdotas de Luis XIV en su obras Le siècle de Louis XIV, con una parte dedicada a las «Particularités et anecdotes du règne de Louis XIV».

Tal y como nos relata el duque de Saint-Simon, en Versalles la vida cotidiana giraba en torno al monarca; a partir de 1662 adoptó el emblema del sol, que desde ese instante iría unido a su nombre: el Rey Sol. Las extravagantes formas protocolarias de la corte denotan la sacralización de su figura: todos los que vivían en Versalles adoraban, e incluso veneraban, a propio Luis XIV.


Un ritual diario

La rutina diaria del rey de Francia estaba completamente ritualizada, sobre todo las dos grandes ceremonias con las que inauguraba y despedía el día: el lever y el coucher. La primera de ellas, dividida en dos fases (petit lever y grand lever), daba comienzo a las 8:30 de la mañana, cuando su primer ayuda de cámara le susurraba las siguientes palabras: «Señor, es la hora».

Después del aseo solía recibir algunas audiencias en el Salón de Apolo hasta las 10:00, momento en el que asistía a misa en la capilla real junto a los miembros de la corte, los cuales se colocaban según su rango social. De este modo, los monarcas se situaban en la tribuna central, la nobleza ocupaba su lugar en las capillas laterales, y los cortesanos hacían lo propio en el espacio que quedaba reservado a nivel del suelo. Esta capilla estaba advocada a San Luis, el santo protector de la realeza.


Política y almuerzo

Una hora más tarde se reunía con sus ministros y políticos de mayor confianza en el Gabinete del Consejo. De las decisiones que allí se tomaban quedaban excluidos los príncipes y los grandes. A las 13:00 almorzaba en su habitación. Las comidas también se regían de acuerdo a un ritual establecido, aunque no fueran tan formales. Siempre se servían tres platos y se empleaban las mejores vajillas para su servicio.

Tras el almuerzo, Luis XIV salía a pasear por los jardines del palacio, aunque también  gustaba de ir a cazar, siempre acompañado por sus cortesanos.

A las 17:00 continuaba con las audiencias. Si tenía que realizar algún recibimiento especial, este se llevaba a cabo en el Salón de los Espejos.

A las 22:00 se servía la cena en la antecámara del Gran Cubierto, una cena pública a la que asistían todos aquellos que así lo deseaban, aunque solo los miembros de la familia real podían compartir la mesa con los monarcas. Esta tradición se abandonará con sus sucesores: Luis XV optará por cenar en sus gabinetes o pequeños apartamentos, donde gozaba de mayor intimidad, y Luis XVI solo usará la antecámara del Gran Cubierto los domingos o durante las celebraciones de eventos importantes.

Una hora después, el monarca se iba a dormir. Las personas más cercanas a Luis XIV eran las últimas en abandonar su cámara.

La rutina diaria de la reina se desarrollaba en su cámara la mayor parte del tiempo, donde estaba acompañada por las damas de la corte. Era en esta estancia donde la reina llevaba a cabo sus audiencias.

Esta ceremonia que diariamente se organizaba en torno al rey se fue modificando con el paso de los años debido al estado de salud del monarca. Luis XIV padecía problemas circulatorios y gota; también sufría de innumerables llagas, ya que había perdido su dentadura siendo muy joven. Por eso desde 1705 ya no se celebraba públicamente el coucher. Las fiestas y otros actos públicos también se redujeron sensiblemente.

Tanto Luis XV como Luis XVI huyeron de esta teatralización, disfrutando de mayor privacidad e intimidad con respecto a su antecesor.

Bibliografía

  • AGUILÀ SOLANA, I. (2007). «La mujer en las anécdotas de Voltaire sobre Luis XIV» en Cédille. Revista de estudios franceses, nº 3, pp. 35-58.
  • ANDERSON, P. (1999). El Estado absolutista. Madrid: Siglo XXI de España Editores.
  • BREDIN, J-D. (1994). Comédie des apparences. Paris: Éditions Odile Jacob.
  • BURKE, P. (1995). La fabricación de Luis XIV. San Sebastián: Editorial Nerea.
  • GRAAFLAND, A. (2003). Versailles and the Mechanics of Power: The Subjugation of Circe, an Essay. Rotterdam: 010 publishers.
  • LÓPEZ CASTÁN, A. (1990). «Versalles, el triunfo del Sol» en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, vol. II., pp. 187-211.
  • ROBLES VÁZQUEZ, C. (2004). La estructura del poder en la «Mémoires» de Saint-Simon. Tesis Doctoral. Madrid: Universidad Complutense de Madrid. < http://biblioteca.ucm.es/tesis/fll/ucm-t27281.pdf> [Consulta: 27 de diciembre de 2015].
  • VERSAILLES POUR TOUS. La journée du Roi. < http://www.versaillespourtous.fr/fr/611_P_Journee_Intro.php> [Consulta: 21 de diciembre de 2015].

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