
Actualizado el martes, 24 octubre, 2023
Cómo era la vida cotidiana en la Corte de Versalles
Antes de la llegada al poder de Luis XIV, Versalles era el lugar donde Luis XIII tenía su pabellón de caza. Hasta 1632, fecha en la que Jean-François de Gondi le vende el señorío al monarca, Versalles pertenecía a la familia Gondi.
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Luis XIV ampliará y reformará las instalaciones heredadas de su padre. En una carta fechada el 28 de septiembre de 1665, Jean-Baptiste Colbert le decía a Luis XIV lo siguiente: «Vuestra majestad sabe que, a falta de las brillantes acciones de guerra, nada realza mejor la grandeza y el espíritu de los príncipes que los edificios» (en LÓPEZ CASTÁN, 1990: 187). Precisamente por ello, Versalles se convertirá en el mejor ejemplo de ostentación real en Europa.
La mayoría de las personas que vivían en Versalles eran sirvientes, cortesanos o nobles, y sus vidas estaban muy controladas por la monarquía.
En 1682 trasladará allí la corte; hasta 1789, y a excepción del periodo de regencia de Luis XV, Versalles fue el lugar desde donde se gobernaba el país. En 1979 el conjunto formado por el palacio y los jardines fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La vida en Versalles estaba altamente estructurada y jerarquizada. Cada persona en la corte tenía un rango y una posición definidos, y esto se reflejaba en cómo se vestían, cómo se dirigían a los demás y cómo se comportaban en público.
¿Quiénes vivían en Versalles?
Junto al monarca y a la familia real, en la corte vivían los ministros del rey, así como miembros de la alta nobleza, que habían sido aislados en Versalles sin posibilidad de ejercer el poder sobre sus tierras. Estos últimos servían al rey y reforzaban su culto con el único deseo de conseguir de Luis XIV algún cargo representativo o título honorífico, aunque algunos nobles cortesanos sí exigían desarrollar más responsabilidades, sobre todo responsabilidades políticas y jurídicas.
Incluso las cosas más simples, como la ropa que se usaba, estaban sujetas a las reglas de la corte.
También moraban en el palacio los funcionarios y aquellos artistas que prestaban servicios al rey. Asimismo, habitaban en la corte los cortesanos, que se plegaban al humor cambiante del monarca, y a sus caprichos, por medio de la adulación, la lisonja y la alabanza. Una farsa marcada por la idolatría que dotó de carácter sagrado a la persona de Luis XIV. Estos cortesanos han sido definidos por Jean-Denis Bredin como parásitos políticos del rey.
La corte tenía su propia vida social y cultural, con una gran cantidad de fiestas, bailes y actuaciones de ópera
Toda la vida diaria de Versalles giraba alrededor del rey. Todo lo que hacía estaba teatralizado y sacralizado. Se establecía formalmente quiénes podían visitar al rey, quiénes tenían derecho a estar sentado y dónde podían hacerlo. Incluso se consideraba un insulto al monarca no hacer una genuflexión cuando se entraba a su aposento o dar la espalda a su retrato.
Tras la muerte de la reina en 1683, madame de Maintenon ocupará su puesto en la sombra, por lo que también contará con su espacio en Versalles.

Luis XIV
¿Cómo se vivía en la corte?
La corte de Luis XIV es el ejemplo del absolutismo por antonomasia. Su poder para controlarlo todo era prácticamente ilimitado; según recoge Saint-Simon en sus Memorias, el monarca podía incluso interceptar cartas y abrirlas para conocer lo que sucedía en el reino. A pesar de todo, este historiador señala que eran los ministros los que verdaderamente gobernaban, ya que el rey se centraba en resolver problemas insignificantes con la nobleza.
Las conspiraciones e intrigas eran la tónica dominante en Versalles. Pero, como nos dice Voltaire, también había tiempo para galanteos, en los cuales el libidinoso rey daba rienda suelta a sus pasiones.
El Palacio de Versalles era un lugar muy grande y lleno de gente, y la higiene personal no era siempre una prioridad. Los baños eran raros y las condiciones sanitarias eran pobres, lo que llevaba a la propagación de enfermedades.
Las fiestas y los juegos de naipes ocupaban una parte importante en la agenda real. Lujosos eventos, como teatros, cenas y fuegos de artificio, reunían, en torno a la figura del Rey Sol, a la exquisita aristocracia cortesana. Tan solo dos años después de que la corte se instalara en Versalles, tuvo lugar la primera de las distintas fiestas que se organizaron en los jardines y patios del palacio. Los Plaisirs de l’Ile Enchantée se celebraron en honor de masemoiselle de La Valliere, la amante del rey, contó con la asistencia de más de 600 invitados y tuvo una duración de tres días.
Luis XIV también solía dar fiestas en su Gran Apartamento para entretener a sus cortesanos. Estas se celebraban en el Salón de Apolo, que hacía las veces de salón de baile.
Los cortesanos tenían que seguir muchas reglas y protocolos, lo que incluía incluso las reglas de etiqueta para las comidas.
Asimismo, también se organizaban fiestas en honor de San Luis, patrón de la casa real francesa, evento que servía para venerar la figura del rey.
Como vemos, una vida plagada de lujos, eventos e intrigas.
La vida diaria de María Antonieta
Al hablar de la vida cotidiana en el Palacio no podemos olvidar la mítica carta que María Antonieta escribió sobre el tema, todavía muy joven, a su madre la emperatriz María Teresa. Resumidamente, María Antonieta, comentaba que despertaba sobre las 9 o las 10, se vestía, realizaba rezos matinales, desayunaba y acudía a los apartamentos reales para encontrarse con el Rey. Sobre las 11 acudía a la peluquería.
A las 12 acudía a misa con el Rey y su familia, incluyendo el Delfín.
Tras la misa se procedía al almuerzo, que era público y presenciado por la corte, y luego dejaba al Delfín en sus aposentos y acudía a los suyos propios para leer, escribir o hacer labores.
Visita a los aposentos de los familiares, visita al Rey y clases musicales a media tarde. Paseo por los jardines a media tarde, juego de cartas y relaciones sociales hasta la cena, que duran más o menos según esté o no el rey.
Reposo tras la cena, en espera de la llegada del rey, para dormir sobre las 11.
Bibliografía
- AGUILÀ SOLANA, I. (2007). «La mujer en las anécdotas de Voltaire sobre Luis XIV» en Cédille. Revista de estudios franceses, nº 3, pp. 35-58.
- ANDERSON, P. (1999). El Estado absolutista. Madrid: Siglo XXI de España Editores.
- BREDIN, J-D. (1994). Comédie des apparences. Paris: Éditions Odile Jacob.
- BURKE, P. (1995). La fabricación de Luis XIV. San Sebastián: Editorial Nerea.
- GRAAFLAND, A. (2003). Versailles and the Mechanics of Power: The Subjugation of Circe, an Essay. Rotterdam: 010 publishers.
- LÓPEZ CASTÁN, A. (1990). «Versalles, el triunfo del Sol» en Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, vol. II., pp. 187-211.
- ROBLES VÁZQUEZ, C. (2004). La estructura del poder en la «Mémoires» de Saint-Simon. Tesis Doctoral. Madrid: Universidad Complutense de Madrid. < http://biblioteca.ucm.es/tesis/fll/ucm-t27281.pdf> [Consulta: 27 de diciembre de 2015].
- VERSAILLES POUR TOUS. La journée du Roi. < http://www.versaillespourtous.fr/fr/611_P_Journee_Intro.php> [Consulta: 21 de diciembre de 2015].
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